Mi objetivo con estas líneas es desmontar el mito exclusivista del emprendedor. Me resisto a las teorías de fórmulas mágicas de cómo emprender y a los argumentos que afirman que “emprendedor se nace y no se hace”. Todos nacemos siendo emprendedores. Emprender es vivir. Todos, cuando empezamos a andar, elegimos nuestra carrera, cambiamos de trabajo, empezamos una nueva relación o decidimos hacer un máster, estamos de alguna manera emprendiendo. Si sabemos identificar y entender las razones que nos llevan a cambiar, a crecer o a crear, encontraremos los secretos que para cada uno de nosotros significa emprender. No escuches a los gurús del emprendimiento. Busca dentro de ti, encuentra la fuerza para hacerlo y lánzate; el camino de la aventura de emprender es el mejor maestro y tú eres el gurú.
Creo que son tres los elementos fundamentales de esta aventura personal de emprender. Tres elementos a los que todos tenemos acceso, y que con la necesaria dedicación uno puede dominar construyendo unos sólidos cimientos sobre los que emprender. Los tres elementos son la ambición, la creatividad y el miedo.
La ambición alberga nuestras ganas de cambiar y de crecer. Se asienta en una curiosidad intelectual que nos lleva a preguntarnos el por qué de las cosas y nos anima a cambiar lo que no nos gusta. La ambición sana es muy poderosa. Las ganas todo lo pueden. En la aventura de emprender te encontrarás seguro con muchas dificultades, y es importante tener el buen ánimo de quererlas superar. No se trata de saber si habrá o no problemas; los habrá seguro y es importante recordar qué te animó a hacer lo que quieres hacer, y, desde la fuerza de la motivación, enfrentarse a los infortunios.
Lo más importante que nos da la ambición es determinación y dirección. No hay buen viento para el que no sabe dónde va. Si sabes lo que quieres es fácil poner todas las fuerzas en ese objetivo. La ambición nos orienta y nos centra…
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El segundo elemento fundamental de la aventura de emprender es la creatividad. La creatividad es una consecuencia derivada de la ambición: cuando quieres cambiar algo que no te gusta, cuando quieres conseguir algo que deseas, es necesario crear. Crear implica acción, y la acción es siempre buena… No es necesario ser el primero, pero sí lo es hacerlo de forma distinta y ser más eficiente, crear valor…
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El tercer componente de la aventura de emprender es el miedo, la superación de los miedos para ser más exacto. El miedo es algo intrínseco al ser humano como especie biológica. El miedo nos protege y nos hace prudentes. De otra forma hubiésemos desaparecido devorados por leones o estrellados en precipicios. Sentir miedo nos alerta y nos pone en situación de defensa. Todo esto nos ha protegido durante decenas de miles de años y es una parte muy íntima de quienes somos.
El problema es que en los tiempos que vivimos, los acechos del entorno ya no necesitan del miedo que nos ha protegido en nuestra evolución: no hay leones que nos puedan atacar por la noche, ni fuegos de los que tengamos que salir corriendo. Nuestras vidas son más seguras, pero el miedo sigue presente en nuestro ADN como lo hacía hace 10.000 años. Es importante entender que este útil compañero de viaje es muchas veces un estorbo más que una ayuda en las dinámicas de la sociedad desarrollada del siglo XXI. Este miedo que nos protege y nos hace prudentes, también nos agarrota y nos inmoviliza; nos hace complacientes y cómodos; nos convence de no aventurarnos a emprender.
Es importante ser consciente de estos miedos; reconocerlos, identificarlos y separarlos del proceso normal de razonamiento a la hora de tomar decisiones. Los miedos se disfrazan de convincentes razones que generalmente nos retienen en el inmovilismo.
En mi experiencia, la mejor forma de enfrentarse a la superación de los miedos es primero reconocer el miedo y segundo entender de qué está hacho: si es miedo al fracaso, miedo a la inseguridad económica, miedo a dejar el trabajo actual o miedo a liderar y tomar decisiones. El miedo es la parte más complicada de emprender porque es la que se disfraza, la que se esconde y encuentra mil razones para no cambiar.
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La aventura de emprender es apasionante y todos deberíamos explorarla de alguna manera. Al margen de los suculentos beneficios económicos que se pueden derivar existe una tremenda recompensa de satisfacción y crecimiento personal. Se aprovecha mucho más la vida cuando los sueños se intentan, los miedos se vencen y se prueba la suerte.
Hernández, Bernardo. Desmontando el mito exclusivista del emprendedor in Consejos de inversores a iniciadores. Ed. Bubok Publishing S.L. Spain 2010